26 de agosto de 2011


 Hay cosas que uno no puede hacer solo: discutir, subirse y sujetar una escalera a la vez, o doblar una sábana de esas de matrimonio. Yo toda mi vida he pensado que lo ideal es vivir en pareja, por muy extraña que fuera la pareja. De hecho hay parejas que se acaban convirtiendo en tríos; parejas que se van quedando sin pareja porque no se puede evitar el miedo a no estar a la altura; hay parejas que son imposibles por definición, historia y por física, aunque no por química; o parejas en la que la química se ha ido gastando aunque sigan compartiendo una familia, familias donde en un momento hubo una pareja; parejas que fueron en algún momento y ya no son nada. Y eso es lo que más miedo da en la vida, cuando la pareja se rompe sea por lo que sea, la primera sensación que se tiene es de pánico, un miedo atroz al cambio, a la pérdida de control sobre nuestras vidas; un miedo atroz a estar solo. Cuando se llega a esa soledad uno se da cuenta de que la ruptura puede llevarnos a un lugar mejor. Hoy es el primer día del resto de mi vida. Porque creo que lo más importante en esta vida es saber volar solo.